Para proteger a su pueblo del ataque de los demonios, el príncipe Val utiliza una espada demoníaca y se maldice a sí mismo en el proceso. Abandona su reino para encontrar una cura, y su búsqueda le lleva hasta Hallwil, la persona de la que se rumorea que es la única que sabe cómo romper la maldición. Hallwil acepta ayudar a Val
a cambio de un precio.